¿Qué tiene de especial el estilo cartoon? ¿Cómo logra crear personajes tan rebosantes de carisma y atraparnos con sus historias? El estilo cartoon ha conseguido, gracias a su facilidad para crear entornos de comicidad y fantasía, ser un esencial en la animación.
A continuación vamos a atender a las peculiaridades que entraña el desarrollo de un personaje de este estilo. ¡Vamos allá!
Los inicios del estilo cartoon
Durante la década de los 2010 el cine de animación cartoon se estableció, junto con el de superhéroes, como uno de los más exitosos entre el público.
La historia de la animación es casi tan antigua como la del cine mismo. Al igual que el cinematógrafo, las primeras películas y varios de los primeros efectos especiales, los dibujos animados también nacieron en la Francia de principios del siglo XX. Fue el cortometraje Fantasmagorie, en 1908, el pionero en atreverse a contar una historia íntegramente con dibujos animados.
Desde entonces, el mundo de la animación ha evolucionado al compás de la tecnología, introduciendo técnicas como el stop motion, el color, la rotoscopia, el matte painting y, por supuesto, la digitalización y transición al 3D. Sin embargo, hay un aspecto que se ha mantenido casi inmutable desde sus inicios: el estilo cartoon.
Y es que el cine de animación no buscaba emular la realidad a la perfección; el cine de acción real ya ocupaba ese hueco y ningún dibujo reflejaría el mundo de forma más fiel que una cámara. Por ese motivo, al igual que el realismo en pintura dio paso a las vanguardias, los artistas de la animación también acuñaron su lenguaje, el cartoon, basado en dos pilares: la expresividad y la personalidad.
En este sentido, el estilo cartoon se vio fuertemente influenciado por las caricaturas, esbozos de personajes que desfiguraban sus rasgos físicos para resaltar aspectos concretos que los hiciesen rápidamente identificables y revelaran su personalidad. De ellas derivó también, en la mayoría de casos, el tono desenfadado y cómico del cartoon.
Tipos de estilo cartoon
El estilo cartoon se puede diferenciar entre estilizado, clásico y realista. A continuación te contamos las características clave de cada uno de ellos.
Estilo cartoon estilizado
Generalmente tendemos a etiquetar como cartoon todo aquello que no sea evidentemente hiperrealista, pero conviene advertir la existencia de un estilo intermedio entre ambos, el estilizado. Este también es una representación simplificada de la realidad, pero con la intención de realzar su belleza, añadiendo énfasis en las formas y el cromatismo para crear visiones idealizadas del mundo.
Muchos largometrajes de Disney entran dentro de esta categoría: tanto los clásicos como La Sirenita, La Cenicienta o Blancanieves como las modernas cintas en 3D Enredados, Frozen o Moana.
Los rasgos de sus personajes tienen cierto nivel de simplificación, pero de forma más moderada, especialmente en sus animaciones, que no llegan a deformar sus cuerpos.
El estilo cartoon clásico
Este es el estilo que va buscando una versión cómica e hiperbólica de la realidad. En este caso contamos con numerosísimos ejemplos por todos conocidos: Tom y Jerry, El Pato Donald, Bugs Bunny o Pluto son personajes prototípicamente cartoon, con rasgos exagerados que delatan su personalidad. Sus formas tienden a ser simples, sus gestos, amplios, redondeados y descomedidos, hechos así para hacernos reír con los excesos de sus historias.
En el mundo del 3D, algunas películas inconfundiblemente cartoon son Ice Age, Hotel Transilvania o GRU: Mi villano favorito.
El estilo cartoon realista
El reciente remake de El Rey León es un buen ejemplo que pone en evidencia las particularidades de la animación con estilo realista.
En casi cualquier fotograma es posible apreciar las virtudes del estilo cartoon. A pesar de la mejora tecnológica y el abultado presupuesto del remake, El Rey León original muestra una expresividad mucho más manifiesta y unas líneas de acción mucho más vistosas e imaginativas que solo la animación hecha a mano puede reproducir.
Los diferentes procesos
Si queremos diseñar un personaje cartoon, debemos tener muy clara su personalidad para así plasmarla en sus rasgos físicos y, tal vez, los complementos que le acompañen. Estos rasgos deberían ser tan acentuados que incluso la silueta los dejase entrever.
Pensemos en el dúo Astérix y Obélix. A simple vista, casi podemos adivinar cómo va a ser el carácter de cada uno: Astérix es bajito, rápido y tiene una mirada suspicaz que denota inteligencia y agilidad mental; en cambio, Obélix es grandote, fortachón, de simpáticas formas redondeadas y ojos diminutos, lo que nos indica que es un bonachón, aunque no destaque por su inteligencia.
En el estilo cartoon vamos a simplificar y exagerar los rasgos del personaje y su entorno para denotar esa personalidad, buscando en todo momento que resulte divertido. Por ejemplo, si se trata de un bebé, vamos a agrandar la cabeza y hacerle un cuerpo rechoncho con manos y pies chiquitines. Si es un anciano gruñón, podemos fruncirle el ceño, agrandarle las cejas, empequeñecerle los ojos y ponerle gruesas gafas, curvarle sobremanera la boca en gesto de desagrado, hacerle enormes nariz y orejas de persona mayor y encorvarle mucho la espalda.
Es común caer en el error de pensar que el modelado cartoon, al contar con formas más simples, es más fácil de ejecutar. ¡Nada más lejos de la realidad! El cartoon es un lenguaje distinto que también entraña su dificultad, ya que no es fácil crear formas reconocibles a partir de superficies sin muchos detalles.
En el estilo cartoon, cada curva cuenta, cada vértice está colocado con mucho más esmero que en un modelo realista. La parte que sí suele resultar más sencilla es el texturizado, al basarse mayormente en colores más planos y menos añadidos como suciedad, poros, óxido, deterioro…
La animación estilo cartoon
La animación cartoon también sigue las mismas directrices. Los personajes u objetos animados desafían constantemente las leyes de la física y llevan al límite los principios de la animación.
Las articulaciones se estiran al infinito, se encogen hasta aplastarse, dan saltos imposibles, corren más rápidos que el viento… Sus movimientos y tiempos de acción son amplios y explosivos, excesivamente rápidos o lentos, absurdamente exagerados, todo en busca de la burla y la comicidad.
De esta forma, transmiten pensamientos y acciones a un nivel de expresión generalmente inalcanzable mediante un metraje real. Un ejemplo perfecto de la animación cartoon puedes verla en la reel de los alumnos del Curso Avanzado Animación Cartoon:
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